Valverde tiene defensa

Photo: courtesy
Wim Dingemanse

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Siento, de verdad, verme obligado a seguir con este tema cuando el Giro entra en su larguísima recta final, con Carlos Sastre luchando por el triunfo absoluto o cuando menos por un lugar en el podio, y cuando en estas fechas también se está disputando la Volta a Catalunya, una de las pocas pruebas españolas del UCI ProTour.

Lamento tener que insistir en ello -qué más quisiera yo que poder comentar otro tipo de cosas más alegres-, pero me temo que ahora mismo los aficionados al ciclismo están tanto o más preocupados por el futuro de Valverde que por el día a día de este deporte.

Como todos sabemos, el pasado día 11 el Tribunal Nacional Antidopaje italiano suspendió al murciano con dos años por su presunta implicación en la Operación Puerto. La noticia, aunque por sí misma importante, no tendría tanta trascendencia si no fuera porque el Tour de este año pasa 88 kilómetros por Italia el día que la ronda gala finaliza en Bourg-Saint Maurice (21 de julio), lo que quiere decir que Valverde no podrá estar en la salida. De hecho, el director del Tour, Christian Prudhomme, se apresuró en dejar claro que el murciano no podrá correr el Tour si está sancionado en Italia. Lógico por otra parte.

Así, la única posibilidad que tiene Valverde de correr el Tour es que el TAS, al que recurrirán sus abogados sin tiempo que perder en cuanto puedan hacerlo (el TNA tiene hasta el 11 de junio para argumentar su fallo, luego no podrá ser antes), le dé la razón. También puede suceder lo contrario, que los jueces del TAS acepten la tesis italiana, una situación que pondría a Valverde al borde del precipicio porque tanto la UCI como la Wada pedirían de inmediato una suspensión universal, no sólo para Italia.

Desde que el TNA dictó sentencia, da la sensación de que Ettore Torri, el implacable fiscal antidopaje italiano, ha ganado la batalla, porque quien más quien menos todo el mundo sospecha que, si los italianos han analizado el ADN, está claro que la sangre -plasma, mejor dicho- de la bolsa número 18 de la Operación Puerto es de Valverde. Y da igual que el CONI quizá no sea competente, que Torri se haya pasado las leyes españolas por el forro y, por el mismo precio, que haya desobedecido al juez Antonio Serrano, quien previamente había anulado la utilización de las pruebas, porque lo importante, parece ser, es que Valverde ha podido cometer una infracción contra el reglamento antidopaje. Sin embargo, aunque Torri ha dado primero, y está claro que el que da primero da dos veces, aún no está del todo claro que tenga razón.

Antes de continuar mi exposición diré que me sorprende el mutismo de las autoridades políticas y judiciales españolas, que no defienden el sistema legal español. Me sorprenden los tibios comunicados del CSD, con su presidente a la cabeza, el mismo que tanto pecho sacó con la Operación Puerto, cuando parecía un éxito, o eso creía él, y que tanto esconde la cabeza cuando se ha demostrado que fue una soberana chapuza que ha dejado a todo el deporte español sin credibilidad y a los pies de los caballos. Pero me uno a ellos a la hora de defender la competencia en este caso de los organismos españoles, deportivos y judiciales, o en todo caso de la UCI, que para eso es quien rige -así nos va- los destinos a nivel internacional de este deporte.

No se trata de que Valverde, si es juzgado en España o por la UCI, pueda tener un mejor tratamiento, sino de que el CONI o cualquier otro organismo nacional de otro país no se inmiscuyan en el día a día de nuestro deporte, que está más indefenso que nunca. De lo que se trata es de defender la legalidad de nuestro país o, en todo caso, internacional, no la de un país en el que por otra parte Valverde no ha cometido ningún delito. ¿Se imaginan a un organismo español juzgando al Milan o la Juventus por las irregularidades que cometieron sus directivos bajo el pretexto de que juegan contra equipos españoles en competiciones internacionales? No tendría sentido, y ni el gobierno italiano, ni la UEFA ni la FIFA lo permitirían.

Pero, insisto, no se trata de defender a Valverde, sino de defender la legalidad vigente. No obstante, con la ley en la mano resulta que Alejandro tiene defensa y, contrariamente a lo que quiere hacer creer Torri, Basso y Valverde no hicieron lo mismo, porque contra uno había mil pruebas de todo tipo, y bien que ha pagado por ellas, luego nada hay que reprocharle, y contra otro sólo hay, en el mejor de los casos, un indicio: la famosa bolsa de plasma.


La decisión del CONI me ha obligado a repasar el dossier de la Operación Puerto, por cierto muy mal redactado, poco fundamentado... y hasta me atrevería a decir que pésimamente investigado, porque la prematura e innecesaria detención de Eufemiano Fuentes y Manolo Sáiz, entre otros, fue la causa de que los indicios dejasen de convertirse en muchos casos en pruebas concluyentes e irrefutables. Y, ya se sabe, de aquellos barros estos lodos, que es lo mismo que decir que lo que empezó mal, difícilmente puede acabar bien.

Pero adentrémonos en los papeles de la Operación Puerto y sigamos la pista a Valv.(Piti), las siglas que supuestamente corresponderían a Valverde. Vemos que, a su nombre, habría una bolsa (de plasma), frente a las cuatro, cinco y hasta seis de otros. Y, además, sería de 2004, cuando las de los otros eran recientes (de 2006, el año de la intervención policial). Analizando los presupuestos que Eufemiano Fuentes manejaba para 2005 y 2006, vemos que el número 18 no aparece, señal de que no participaba en la trama. Y, por si fuera poco, hay un documento (el 106 de los anexos) en el que se dice a pie de página: "en caso de arreglarnos con Bala quedar en Valencia y tener una reunión (Yoli-Ignacio) para ver si se puede trabajar. Si se ve que es viable en todo caso establecer una (video-conferencia) pero solo de audio con eufe (pactando la hora claro...) y dejar las cosas claras", lo que en cristiano significa que en la época ya no estaba en la trama aunque querían contar con él, cosa que al parecer no lograron porque, como he dicho, no figura en los presupuestos posteriores. También hay una grabación en este mismo sentido.

Todo esto lleva a pensar que Valverde quizá trabajó con Eufemiano Fuentes en 2004, cuando todavía corría con el Comunidad Valenciana, pero lo dejó después, cuando fichó con el Caisse d'Epargne. Curiosamente, desde entonces se conocen los resultados de sus analíticas, tanto las oficiales de su equipo, las que corresponden a los controles de salud, como las de la UCI. Y sus valores -hematocrito, hemoglobina y reticulocitos- son siempre absolutamente normales, desde cuando ganó la Lieja-Bastogne-Lieja por primera vez a cuando lideró el Tour el año pasado, entre otros mil ejemplos distintos, datos que mejor que nadie conoce y podría certificar la UCI porque ningún ciclista en el mundo ha sido más vigilado que él en los últimos años. Al más mínimo error, la UCI le hubiera sancionado, pero no ha sido el caso.

Así, nos encontramos con un corredor inmaculado en los últimos cinco años, desde 2005, el periodo en el que mejores resultados ha obtenido y en los que no hay absolutamente nada contra él, aunque, también, con una posible sombra en 2004. Puesto que nunca ha dado positivo, la acusación contra Valverde es de "tentativa de dopaje", que el código de la Agencia Mundial Antidopaje, recogido también en el reglamento de la UCI e, incluso, en el del CONI, define como "conducta voluntaria que constituye un paso sustancial en el curso de una acción planificada cuyo objetivo es la comisión de una infracción de normas antidopaje. No obstante, no habrá infracción de normas antidopaje basada únicamente en este intento de cometer la infracción, si la persona renuncia a este antes de ser descubierta por un tercero no implicado en el intento".

Por tanto, si fuera verdad que Valverde sopesó la posibilidad de jugar con fuego en 2004 pero, tras cambiar de equipo, desechó la posibilidad después, no podría ser acusado de dopaje en aplicación de esta definición. Por eso Ettore Torri también le acusa de haberse hecho una transfusión el 7 de abril de 2005, algo que la defensa de Valverde echa por tierra demostrando con pruebas que en esa época el murciano estaba disputando la Vuelta al País Vasco, en la que ganó dos etapas y por tanto pasó al menos dos controles antidopaje. Además, después bajó espectacularmente su rendimiento, luego no parece haber motivo para la sospecha.

Al final serán los jueces del TAS quienes tengan que interpretar los reglamentos, la conducta de Valverde y las acusaciones y defensas del corredor español, pero lejos del desánimo que empieza a calar entre los aficionados, parece obvio que Valverde tiene defensa y que no sería de extrañar que, como otras veces, el TAS acabe dándole la razón.


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