ESPANA DE NUEVO TRIUNFADOR

Carlos Sastre gana el Tour de Francia

Carlos Sastre (Madrid, 1975) es la historia de una pasión infantil por el ciclismo, inoculada por un padre recolector de ilusiones en El Barraco, Ávila. Víctor Sastre encontró en casa a un niño de enormes ojos que quería disputar el Tour de Francia como Ángel Arroyo y, más tarde, como su vecino José María Jiménez, quien terminaría convirtiéndose en cuñado.

Ahora es un ganador del Tour de Francia. Su falta de remate le había impedido sumar los triunfos que perseguía. Pero la madurez le hizo escalar poco a poco puestos en las clasificaciones del Tour y de la Vuelta a España.

En la ronda francesa no había pisado el podio hasta hoy, aunque en las listas aparece como tercero de la 93ª edición por descalificación de Landis. En la Vuelta 2005 se subió al tercer cajón de verdad, que se convirtió en segundo puesto tras el 'caso Heras'. Al fin, en la ronda española del año pasado, conquistó su segundo puesto en la carretera, entre Denis Menchov y Samuel Sánchez.

Ahora la historia del ciclismo anota una ascensión valiente a Alpe d'Huez en solitario y la defensa sobrada del maillot amarillo en una contrarreloj que favorecía más a sus rivales. Una etapa en la que la mente pragmática y tranquila de un castellano paciente y la capacidad de recuperación le pusieron a salvo del músculo fatigado de Cadel Evans.

Los datos dan muestra de la proverbial regularidad de un corredor que prefiere no marcarse objetivos para librarse de la presión y que siempre dice que su deseo es "disfrutar" del ciclismo.

Este año rompió con su entrenador de siempre, José Luis Pascua, para efectuar otro tipo de preparación, más solitaria y con mucha menos competición hasta el Tour. El éxito ha coronado el cambio de un ciclista estudioso y meticuloso como sólo los grandes de este deporte han sido.

Los orígenes
Ciclismo en la sangre. Condiciones para hacerse grande. Calidad, paciencia, laboriosidad. Sastre se inició a los ocho años en la escuela de ciclismo que su padre instauró en El Barraco para apartar a los jóvenes de tentaciones destructivas.


En la 'Peña Arroyo'.
A los 20 años entró en el camino hacia un futuro profesional en el vivero del Banesto, ese equipo de aficionados que ha nutrido de muchos de los mejores ciclistas españoles durante dos décadas.

Pero José Miguel Echavarri y Eusebio Unzue cerraron el conjunto nodriza a finales de la década de los 90. Y una de las razones del desmantelamiento fue la enésima fuga de un corredor a otro equipo: Carlos Sastre. Tras un año de aficionado en el que no se encontró a gusto con los navarros, firmó contrato profesional con el Grupo Deportivo ONCE y debutó en septiembre de 1997 en el equipo que dirigía Manolo Saiz, quien ya antes había captado a un talento juvenil del Banesto, Miguel Morrás.

Sastre ya tenía 22 años y quería saltarse el trámite de otro año en aficionados. El aprendizaje del escalador se aceleró en uno de los mejores equipos del mundo. Debutó en una gran ronda por etapas en 1999 (101º en el Giro). Un año después, la Vuelta a España supone la confirmación de la promesa: octavo en la general, rey de la montaña, segundo en la etapa de Ordino Arcalís y quinto en los Lagos.

Comenzó su leyenda de la regularidad. Las victorias se le iban de las manos, pero siempre estaba en el lugar adecuado. A su magro balance de triunfos (sólo cuatro hasta que ha sumado los dos grandes éxitos en este Tour) le acompañaban puestos de alto valor en clasificaciones generales.

En la red de Bjarne Riis
En 2002 acaba su aprendizaje en la ONCE y acepta la propuesta de Bjarne Riis con la intención de progresar bajo su manto y su organización. No son tiempos fáciles para el ciclismo, ni tampoco para Sastre. Pero su compenetración con el mánager danés va a más. Ese primer año de colaboración termina el Tour en el décimo puesto, su mejor clasificación hasta entonces, y destaca en La Plagne: segundo, a 1:26 del holandés Michael Boogerd, con Lance Armstrong a su lado.


En la Vuelta 2006.
Con 28 años consigue al fin el triunfo de etapa de Tour, en Ax 3 Domaines, primera etapa alpina del Tour 2003, que terminaría en novena posición de la general final, muy lejos del vencedor Armstrong y del jefe de filas del CSC, entonces Tyler Hamilton.

El fichaje de Ivan Basso por el CSC le convierte de nuevo en segundo cabeza del equipo y eso se paga con una labor secundaria en el Tour, donde el italiano alcanza el podio (3º) en el sexto triunfo consecutivo de Lance Armstrong. Carlos Sastre, octavo a una minutada, cumple con las funciones encomendadas. Dos meses después termina sexto de la Vuelta a España.

La fractura de un brazo en abril interrumpe su preparación para el Tour 2005, que afronta ya con sus 30 años cumplidos. Ivan Basso sigue como compañero de equipo y Sastre, en peor forma de lo habitual, cae hasta la 21ª plaza en la general final, aunque en septiembre se rehace y a base de continuos buenos puestos (también en las cronos) pisa el podio de Madrid en la Vuelta a España (3º).

El año en que pudo ganar su primer Tour
A la antigua. Carlos Sastre corrió las tres grandes vueltas de 2006. Cuarto en el Tour y cuarto en la Vuelta, después de haber participado en el Giro (43º) para coger fondo. Ivan Basso se cae del equipo y Sastre recoge los galones de líder del CSC en el verano. Queda otra vez segundo en dos etapas consecutivas de los Alpes y pasa de largo su primera gran oportunidad de ganar el Tour de Francia. Su equipo, poderoso bloque, decide no trabajar para detener la fuga de Floyd Landis, un error que no reconocerán ni Bjarne Riis ni Carlos Sastre, pero que le deja fuera del podio (que recuperaría por la descalificación del estadounidense) y de la opción de triunfo final.

Una cosa está clara. Sastre ya puede ser considerado un líder sólido en uno de los mejores equipos del planeta. El amarillo que se escapó en el Tour llega en la Vuelta. La contrarreloj por equipos de Málaga, primera etapa, le premia con un maillot oro, su primero en una grande. Un detalle, un regalo que emociona al madrileño de El Barraco, quien no podría interferirse en el duelo entre Vinokourov y Valverde por la victoria final, con Kashechkin de 'intruso' a última hora.

En este año triunfal, ya está en lo más alto. La obstinación y ese amor por el deporte le han llevado a la cima.


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